Drácula, un monstruo sin reflejo
Así se titulaba la exposición de
imágenes que organizó la Fundación Luis Seoane de La Coruña con motivo del
centenario de la muerte de Bram Stoker. Poco después, un curso de verano de la
Universidad Internacional Menéndez Pelayo complementaba esa exposición con una
serie de conferencias sobre el autor y el monstruo.
El resultado de esas actividades se
plasma en Drácula, un monstruo sin reflejo. Cien años sin Bram Stoker
(1912-2012), un espectacular volumen, coordinado por Jesús Egido, que publica
Reino de Cordelia y en el que se reúnen distintos asedios al mito de Drácula y
a su creador.
Antes
que nada, el libro se plantea como una reivindicación de la figura de Stoker, que –como
recuerda el editor- le quitó la novia a Oscar Wilde, se carteó con Walt
Whitman y mantuvo una cordial amistad con Mark Twain. Y sobre el
creador del mito escriben Jesús
Egido -Cien años sin Bram Stoker- y Óscar Palmer -El padre del vampiro.
Pero el desarrollo de la obra excede con
mucho de ese propósito: además de un
recorrido por la biografía de su autor, se analiza el proceso de composición de
la novela, su repercusión en la literatura, en el cine –encarnado por Bela Lugosi o Cristopher Lee-, la ilustración, el
cómic, su llamada a las zonas oscuras de la conciencia, su presencia en el
inconsciente colectivo son algunos de los aspectos que se abordan en esta obra
sobre el mito vampírico.
Y así Luis Alberto de Cuenca recorre el largo proceso creativo y la historia
editorial de esa novela y sus traducciones en España; Jesús Palacios recoge en
Vampiro cañí un conjunto de anotaciones sobre la repercusión del vampirismo en
la literatura hispánica, con Joan Perucho a la cabeza; Javier Alcázar repasa exhaustivamente
los cómics de vampiros y las adaptaciones de la novela en Viñetas de sangre, con
secuelas como Vampirella, dibujada por Pepe González y Enric Torres; José Luis Castro de Paz rastrea las
formas de Drácula entre las sombras del cinematógrafo desde el Nosferatu de Murnau
hasta la saga Crepúsculo; y Emma
Cohen recuerda a los vampiros del cine español, donde La torre de los
siete jorobados de Edgar Neville es ya un clásico.
Drácula, un monstruo sin reflejo, contiene también una
antología gráfica de representaciones del conde transilvano. Es un amplio catálogo
de más de cien fotogramas e ilustraciones que proponen o sugieren imágenes de
una criatura en cuya esencia está no producir sombra –aunque su fama haya
ensombrecido la de su autor- ni reflejarse
en los espejos.
Cierran el volumen dos relatos vampíricos, El invitado
de Drácula, una precuela del mismo Bram Stoker, y un cuento de Emilia Pardo
Bazán, Vampiro, la primera narración de vampiros de la literatura
española.
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