22 noviembre 2012

Actualidad de Oscar Wilde





 Coinciden estos días en las mesas de novedades tres títulos de Oscar Wilde.

En el primero, El asesino de las bellas artes, su relato Pluma, lápiz y veneno comparte volumen en Rey Lear con Atrapado, de Dickens, porque los dos textos se centran en la figura del inglés Thomas Griffiths Wainewright, escritor, pintor y asesino. Frente a la repulsión de Dickens por el asesino, un Wilde en pleno dominio de la provocación, el cinismo y el dandismo hace un breve estudio en verde de aquel virtuoso del envenenamiento con estricnina, un arte que practicó con sus familiares movido por intereses económicos. Fue, en palabras de Wilde, un personaje extraño y cautivador que durante unos años deslumbró al Londres literario con su pluma, su lápiz y su veneno. El elogio de la gloria del asesino que remata su ensayo resume la postura de Wilde en estado puro: Resultar atractivo para la ficción es ser más importante que un mero hecho.

La estupenda traductora que es Susana Carral es la responsable de esta versión y de la traducción -también en Rey Lear- de Impresiones de Yanquilandia, un libro tan breve como espectacularmente editado, porque suma a los cuatro ensayos de Wilde – Impresiones de Norteamérica, La invasión americana, El hombre americano y El Evangelio según Walt Whitman- un abundante número de fotos y grabados de los Estados Unidos que conoció Wilde en 1881 cuando viajó allí para dar un ciclo de conferencias.

Por favor, no disparen al pianista: Hace lo que puede. Oscar Wilde vio ese cartel sobre el piano de un salón de baile en Liedville, la ciudad más rica del mundo. Y la más violenta: en ella todos los hombres llevan revólver. Lo cuenta en sus Impresiones de Norteamérica, el primero de los cuatro artículos que se recogen en este volumen generosamente ilustrado con abundantes imágenes de la época. Un dandy en el Oeste, como señala el prólogo del editor.


Finalmente, Lumen publica en un espléndido tomo -El secreto de la vida- una selección de ensayos de Oscar Wilde. Con edición y prólogo de Andreu Jaume y traducción de Miguel Temprano García, reúne los ensayos más representativos de Wilde, una selección cronológica de aquellos textos que (...) pueden considerarse expresión del pensamiento crítico de su autor.

Tras la máscara del personaje homónimo que se había construido Wilde, tras sus provocaciones y sus ocurrencias, está aquí el escritor refinado y culto que considera la literatura la forma más alta de vida y reflexiona en profundidad sobre la importancia de la crítica como género literario y sobre sus posibilidades creativas, que ya exploraron los antiguos griegos, una nación de críticos de arte que nos legaron las dos artes más elevadas que existen, la vida y la literatura, la vida y la perfecta expresión de la vida.

La pintura, Shakespeare, el arte por el arte o la admiración por el mundo clásico recorren estos textos procedentes de las conferencias que dio en Estados Unidos (El renacimiento inglés del arte), artículos como La decadencia de la mentira o El crítico como artista, colecciones de aforismos (Frases y filosofías para uso de la juventud) y como cierre De profundis, la desgarrada carta que Wilde le escribió a su amante lord Alfred Douglas desde la cárcel de Reading.

Más que en ninguna otra zona de su obra, es en los ensayos donde brilla el Oscar Wilde más lúcido y profundo, un Wilde en el que la agudeza no es un simple destello verbal, sino una manifestación de su asombrosa capacidad analítica y de la ambición crítica que atraviesa toda su obra.