10 octubre 2014

Nueva York después de muerto, Premio Nacional de Poesia



Nueva York después de muerto (Calambur), de Antonio Hernández, que ya obtuvo el Premio de la Crítica en la modalidad de poesía, acaba de merecer también el Nacional de Poesía.
Es el merecido y doble reconocimiento a  "uno de los autores más sólidos de la poesía española del último medio siglo por un libro que recoge en su título el proyecto frustrado con el que Luis Rosales pretendía cerrar su obra, pero una enfermedad se lo impidió, y, así, realiza un doble homenaje: al "maestro" y también a Federico García Lorca, "maestro del maestro". 
Nueva York después de muerto es un libro sorprendente y arriesgado en el que el autor recoge un cruce de vidas y destinos que acaban en la ciudad de la muerte y de la aurora, con columnas de cieno y aguas podridas.
Heredero de aquel proyecto, Antonio Hernández organiza su libro también como una trilogía en la que se suceden y se confunden ordenadamente en la muerte esos tres vértices, porque Luis Rosales es aquí ya emoción de otra sangre, ya / parte confederada, parte de Federico y está ya en Nueva York, después de muerto. / ¿Después de muerto quién, él, Federico, / Nueva York muerta?
Y este lector, que tuvo el privilegio de formar parte del jurado que le dio el Premio de la Crítica en una votación más reñida que esta, no sabría decir si Antonio Hernández, que no renuncia en algunos momentos a sumar ironía y emoción en una mezcla explosiva, ha cedido discipularmente la palabra a los dos maestros para que resuman su conciencia moral y su dicción poética, o si han sido ellos los que han invadido estas páginas con sus voces poderosas e inconfundibles para habitar uno de los libros más intensos y potentes de Antonio Hernández, probablemente también el más arriesgado de toda la trayectoria de un poeta que une como pocos conciencia del lenguaje y conciencia ética.