25 octubre 2015

Hoy es el día de San Crispín




Hoy, 25 de octubre, es el día de San Crispín, que inmortalizó Shakespeare en uno de sus textos más memorables, la arenga del rey Enrique V antes de la batalla de Agincourt:

Hoy es el día de San Crispín.
El que sobreviva a este día y vuelva a casa sano y salvo,
se alzará siempre que se mencione esta fecha
y se crecerá ante el nombre de San Crispiniano.
El que vea este día y llegue a viejo,
todos los años, la víspera de la fiesta, invitará a sus vecinos
y dirá: “Mañana es San Crispiniano”.
Entonces se remangará y les enseñará las cicatrices.
Los viejos olvidan, pero incluso quien lo haya olvidado todo
recordará, con ventaja, las proezas cumplidas ese día.
Y también nuestros nombres, que resultarán tan familiares en sus labios
como palabras que se dicen en casa,
el rey Enrique, Bedford y Exeter,
Warwick y Talbot, Salisbury y Gloucester,
serán recordados, entre copas rebosantes.
Esta historia les contará la buena gente a sus hijos,
y nunca pasará el día de San Crispín y San Crispiniano,
desde hoy hasta el fin del mundo,
sin que se nos recuerde por él
a nosotros, tan pocos, felices,
aunque seamos tan pocos: una banda de hermanos.
Porque el que derrame hoy su sangre conmigo,
será mi hermano: por vil que sea,
este día ennoblecerá su condición,
y los caballeros que ahora están en la cama, en Inglaterra,
considerarán una maldición no haber estado aquí,
y en poco tendrán su hombría cuando alguien diga
que ha luchado con nosotros el día de San Crispín.

Es la traducción de Eduardo Moga de ese pasaje memorable del acto IV de Enrique V, en la espléndida agenda para 2016 con la que Vaso Roto celebra el cuarto centenario de la muerte de Shakespeare.
Seis poetas mexicanos y seis españoles a los que el clásico de los clásicos cede su voz en doce soliloquios intensos que dan la medida de la fuerza inmortal del autor que, más que ningún otro, es sinónimo de contemporáneo. No hay más que echar un vistazo alrededor para darse cuenta de la vigencia de Shakespeare. Un mundo que sigue habitado por Macbeth y Lear, por Hamlet y por Yago. Aquellos que mejor los encarnan hoy no están en las compañías de actores, sino en la calle, en la política, en la escalera de al lado.
El mundo, el hombre y la vida según Shakespeare, cuyo teatro contiene la totalidad de la realidad: la corte y la taberna, la espada y la corona, la traición y la lealtad, la fama y la muerte, el horror y la risa, la simulación y el secreto.
Porque, como a todos los clásicos que lo son de verdad, a Shakespeare no se le acaba de leer nunca. Y por eso hay que releerlo una y otra vez.