25 noviembre 2015

Doble luna de nieve


(©Andrés Talavero)


DOBLE LUNA DE NIEVE

El tiempo va delante de nosotros.

Nos lleva de ventaja los muertos que vivieron
las mismas horas nuestras, las mismas pulsaciones
del óxido en el sueño y el paisaje.

Del corazón del tiempo
sube un latido azul, una semilla de agua
que va al centro del bosque y se disuelve en aire.

Igual que la semilla, invisible y callado,
ir del latido al frío, del tiempo ciego al agua,
de la respiración de la llama a la sombra,
a la noche sin cauce de la piedra.

Ver el viento en los surcos secretos de los astros
y el canto de los pájaros parado en el desierto;
soñar la soledad armónica del fuego,
los cipreses azules de las islas nocturnas;
oír el fulgor verde que mana de las fuentes
y los sonidos blancos que tiemblan en el frío.

Como un caballo ciego y desbocado,
con dos lunas de nieve subterránea,
toda la noche es víspera, médula oscura, barco
errante en la canción azul de las sirenas.

Como el viento en los sauces,
el tiempo va delante de nosotros.

Un animal de sombra lo presiente
y le ladra en la orilla de un sueño sin paisaje.

Donde nunca ha existido.

(En Luces donde sólo hay sombras, 
de Andrés Talavero y Santos Domínguez. Cáceres, 2015)