Cortázar en el observatorio
Son dos de las fotografías que tomó Julio Cortázar en 1968 en una visita a los observatorios de Jaipur y Delhi durante un viaje por la India.
De esa experiencia fascinante surgiría tres años después Prosa del observatorio, una de las cimas creativas de Cortázar, un texto central e imprescindible de prosa de alto voltaje, un libro breve e intenso que integra mirada y lenguaje, intuiciones y reflexiones en una obra de arte total que resume desde la altura del observatorio la visión del mundo de
Cortázar, su asombro ante la magia de la noche, hecha palabra e imagen para dar lugar a un libro alto y hondo a un
tiempo, como las estrellas y los espacios oceánicos observados o evocados en la
noche de Jai Singh, el sultán que diseñó esos observatorios a comienzos del
siglo XVIII:
la noche de Jai Singh bebiendo un flujo de estrellas, los
observatorios bajo la luna de Jaipur y de Delhi, la negra cinta de las
migraciones, las anguilas en plena calle o en la platea de un teatro, dándose
para el que las sigue desde las máquinas de mármol, ese que ya no mira el
reloj en la noche de París; tan simplemente anillo de Moebius y de anguila y
de máquinas de mármol, esto que fluye ya en una palabra desatinada,
desarrimada, que busca por sí misma, que también se pone en marcha desde
sargazos de tiempo y semánticas aleatorias, la migración de un verbo:
discurso, decurso, las anguilas atlánticas y las palabras anguilas, los
relámpagos de mármol de las máquinas de Jai Singh, el que mira los astros y
las anguilas, el anillo de Moebius circulando en sí mismo, en el océano, en
Jaipur, cumpliéndose otra vez sin otras veces, siendo como lo es el mármol,
como lo es la anguila.
Con las fotografías originales de Julio Cortázar, acaba de publicarlo en una espléndida edición Alfaguara.
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