16 febrero 2017

Corazón tan blanco. Edición conmemorativa


"No he querido saber, pero he sabido..."
Así comienza Corazón tan blanco, la novela de Javier Marías que cumple ahora un cuarto de siglo y que toma su título de una intervención de Lady Macbeth ("Mis manos son de tu color, pero me avergüenzo de llevar un corazón tan blanco") en un momento crucial de la tragedia de Shakespeare que es su modelo y que explica en gran parte sus claves.
El suicidio y la imagen imborrable de una toalla azul que se empapa de sangre y gotea sobre el borde de la bañera, el secreto y la elipsis, las secuelas del pasado, el silencio y la sospecha, la memoria y la pérdida, el miedo y la soledad, la represión y la familia son algunas de esas claves temáticas.
Como en otras novelas de Javier Marías, en esta, una de sus creaciones más acabadas, también está el secreto cifrado de la mecánica de los comportamientos. Pero Corazón tan blanco no revela esas claves: es el inolvidable relato de su búsqueda, una novela inquietante por la que no pasa el tiempo y de la que Alfaguara publica ahora una edición conmemorativa de estos veinticinco años de existencia desde su publicación en 1992.
Un estuche que llega hoy a las librerías y que contiene, además de la novela, el volumen No he querido saber, que resume la historia editorial de este clásico contemporáneo y reproduce páginas mecanoscritas como esta:

Ese volumen conmemorativo reproduce, además de seis textos en los que Javier Marías reflexiona sobre esta novela, algunas reseñas que reflejan la recepción del libro por la crítica en España y en el extranjero —incluida la transcripción completa del programa de televisión alemán del prestigioso crítico Marcel Reich-Ranicki, que dio lugar al enorme éxito que tuvo la novela en ese país—, entrevistas, artículos de especialistas en la obra de Marías y la carta inédita que Juan Benet le envió desde Australia con sus impresiones de lectura de Corazón tan blanco.
“La doy a conocer no sin muchas vacilaciones, no sin mala conciencia –escribe Javier Marías en el prólogo que ha escrito para esta edición-. Hay elogio en sus letras, y eso es lo que más me ha hecho dudar. Pero también le pone pegas a la novela (muy propias de él, por cierto), así que éstas, tal vez, compensen la parte de elogio. Benet era en todo caso un lector perspicacísimo, extraordinario. Han pasado veinticuatro años desde su muerte en enero de 1993, y yo ya no soy el que recibió con inquietud y emoción aquella carta de las antípodas. Si no me confundo, fue la última que me escribió. Yo le contesté, seguro, pero si conservo copia de mi respuesta no estoy dispuesto a buscarla. Corazón tan blanco fue la última de mis novelas que él leyó, que él conoció.”