25 marzo 2017

Poesía reunida de Willam Carlos Williams



¿Cómo decir lo que ha de ser dicho? 

Solo el poema.

Solo el poema, medido con exactitud;
imitar, y no copiar, la naturaleza: no copiar
la naturaleza.

Esos versos, traducidos por Juan Antonio Montiel, pertenecen a La música del desierto, de William Carlos Williams (1883-1963), uno de los grandes poetas norteamericanos contemporáneos. 
Nieto literario de Emily Dickinson, amigo de Hilda Doolittle y Ezra Pound y precursor de Ginsberg y Kerouac, William Carlos Williams buscó la precisión de la palabra poética, la exactitud de lo concreto, la transcendencia de lo cotidiano, la fuerza conceptual del habla coloquial. 
En su poesía convergen la vista y el oído para escuchar las cosas, pintar con palabras los objetos cotidianos y nombrar lo próximo. No ideas but in things - no hay ideas sino en las cosas- fue la frase en la que cifró su poética, su idea de la poesía como exploración y descubrimiento, como resultado de la observación de la vida y la mirada detenida en el objeto. 
Las que seguramente son las mejores traducciones de su obra al español, firmadas por Edgardo Dobry, Juan Antonio Montiel y Michael Tregebow, se agrupan en un espléndido tomo que con su Poesía reunida acaba de publicar Lumen
Contiene, en edición bilingüe, cuatro libros fundamentales: desde el primer Williams experimental que delimita su concepción del poema en las prosas de Kora en el infierno, al último Williams, que fundó una nueva estética sobre la materia autobiográfica y el tono confesional con La música del desierto y otros poemas, Viaje al amor y Cuadros de Brueghel y otros poemas, que –como señala Juan Antonio Montiel en su magnífica Introducción al volumen- “estuvo a punto de ser un libro póstumo” cuando se publicó en 1962.
Se cierra significativamente con el poema El resurgimiento:

Tarde o temprano
llegaremos al final 
de la lucha 

para restablecer 
la imagen la imagen de 
la rosa 

pero aún no 
dices extendiendo 
el tiempo indefinidamente 

por 
tu amor hasta que una 
primavera entera 

reencienda 
el violeta en las propias 
orquídeas 

y así por 
tu amor el mismo sol 
es reavivado