María Victoria Atencia. Ruedo de Carratraca
La plaza en plena roca abierta se deshace
lentamente y la almagra un destino denuncia
de vuelo suspendido. Tan sólo embiste el eco
del canto de los pájaros, que en el alba repiten
con su frío los valles. La cinta de la aurora
perfila las montañas: ojo rojo en el cielo.
Los granates despiertan en el barranco. Pasan
a su manso quehacer cotidiano las bestias.
lentamente y la almagra un destino denuncia
de vuelo suspendido. Tan sólo embiste el eco
del canto de los pájaros, que en el alba repiten
con su frío los valles. La cinta de la aurora
perfila las montañas: ojo rojo en el cielo.
Los granates despiertan en el barranco. Pasan
a su manso quehacer cotidiano las bestias.
Sabré luego a qué día estamos hoy de marzo
a las mil ochocientas setenta y seis en punto,
cuando deje su blanca pamela en la barrera,
abandonada y sola, Eugenia de Montijo.
a las mil ochocientas setenta y seis en punto,
cuando deje su blanca pamela en la barrera,
abandonada y sola, Eugenia de Montijo.
María Victoria Atencia.
El mundo de M.V.
Ínsula. Madrid, 1978
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