03 enero 2018

Eduardo Mendoza. Qué está pasando en Cataluña


No hay razón práctica que justifique el deseo de independizarse de España. Comparativamente, y pese a todo, España no es un mal país. Podría ser mejor, pero dudo de que Cataluña, librada a sus fuerzas, se convirtiera en el paraíso que anuncian los partidarios de la nueva república. Por lo demás, poco margen de movimiento tienen hoy las unidades nacionales, salvo que emprendan aventuras demenciales como Corea del Norte, el Estado Islámico o algunos países que parecen salidos de antiguas novelas de aventuras. En realidad, no existen los países. Existen unas sociedades cada vez más mezcladas y cada vez más despersonalizadas y más desprovistas de identidad, si por identidad entendemos lo antiguo. A fin de cuentas, todos somos consumidores de franquicias.
***
Ahora el panorama es sombrío. No se le ve salida, entre otras cosas, porque se ha llegado muy lejos sin saber cómo ni para qué. A la vista de los acontecimientos recientes, uno se pregunta si lo sucedido responde a un plan rigurosamente concebido y llevado a término, o a una alocada improvisación, o a una combinación de lo uno y lo otro. Sea como sea, estamos en un encadenado de acciones y reacciones que no se sabe a dónde lleva. A menudo da la impresión de que ambas partes desearían poner fin a una tensión que ya no beneficia a nadie, que desgasta a sus protagonistas, desacredita al conjunto del país y causa unas pérdidas económicas reales, visibles y muy difíciles de corregir a corto plazo. Cada noche el país se acuesta angustiado y con el triste consuelo de que no haya pasado algo peor.
Eduardo Mendoza. 
Qué está pasando en Cataluña.
Seix Barral. Barcelona, 2017