20 abril 2018

Nicolás Gómez Dávila. Breviario de escolios


El tiempo es menos terrible porque mata que porque desenmascara.
La única ejecutoria de nobleza, en nuestro tiempo, es la derrota.
Toda civilización es un diálogo con la muerte.
Dudar del progreso es el único progreso.
El que escucha atento el ruido de su tiempo no escribirá su música. 

Son algunos de los escolios del escritor colombiano Nicolás Gómez Dávila (1913-1994) que aparecen en el Breviario de escolios que publica Atalanta en su colección Ars brevis. 
Es una selección de los diez mil aforismos -“demoledoramente certeros”, escribió Fernando Savater- que contenían los cinco tomos de Escolios a un texto implícito, que también editó Atalanta en un volumen de casi mil quinientas páginas. 
Se han encargado de la antología Gonzalo Muñoz y José Miguel Serrano, autor de la introducción en la que destaca la influencia de Gómez Dávila sobre escritores como Álvaro Mutis y señala que “su escritura, irritante a veces por la inclemencia de la crítica -o los rasgos clasistas, antilatinoamericanos, despreciativos de lo español o de lo colombiano-, está dotada de una inmisericorde sinceridad, que se dirige en primer lugar hacia sí mismo.” 
Gómez Dávila fue un antimoderno, un autor de pensamiento reaccionario, crítico con la modernidad y la técnica, con el progreso y la infantilización de la sociedad. 
Desde esa perspectiva ideológica reivindicó toda una genealogía reaccionaria en la literatura: 
Desde Blake, Worsdworth y el Romanticismo alemán, la poesía moderna es una conspiración reaccionaria contra la desacralización del mundo.
Las estéticas “modernistas” han sido invento de escritores reaccionarios: Balzac, Baudelaire, Eliot.
Pesimista, misántropo y lúcido, escribió escolios tan desengañados y autocríticos como este:
La incomparable lucidez del pensamiento reaccionario no es comparable sino a su esterilidad práctica.